Recuerdo una conversación con amigas, antes de verano. La más sabia de ellas decía que a veces la vida da mucho miedo. Aunque traté de hacer memoria, no recordaba haber tenido otra cosa que ganas a la vida. Ella me respondió que eso era porque yo en ese momento estaba en una nube. La nube se fue y ahora tengo miedo.
Hace un mes, de camino al trabajo pensaba, "soy tan feliz que nada malo que me pueda suceder podría hacer que dejara de sonreir" . Las cosas malas pasaron y yo lloré.
Jodido miedo, que asco de sentimiento. Es la única cosa en este mundo que odio visceralmente. Y ¿Por qué lo odio?¡Porque lo tengo! "Cuando
odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros
mismos. Lo que no está también en nosotros mismos nos deja
indiferentes."
Tengo que dar gracias a la vida, por haberme enseñado de forma sutil lo rápido que pueden cambiar las cosas. Un día te encanta todo y al día siguiente estas acojonada.
Para ser yo, estoy relativamente triste a todas horas. La gente me pregunta"¿Qué te pasa?" Si fuera cualquier otra persona, nadie lo notaría. Puede que no me entendáis, pero siento la obligación de ser feliz. Es mi forma de dar las gracias. Tengo que abrazar la vida. De verdad que tengo ganas. Y no hay peros que valgan. Pero siento que todavía no puedo. ¿Cómo que no puedo? Claro que sí. Venga deja de llorar. Vamos! Para ya.
Ya está. Ahora una sonrisa. Mierda otra lágrima. Estaría en la recámara porque juro que voy a exprimir la vida hasta que sangre y cuando sea vieja no querré volver a mi juventud porque tendré garrafas enteras del zumo más rico que jamás nadie haya sacado.
Empecé estas líneas llorando, ahora sonrío como tanto me agrada. Tienes el poder sobre tu mente. No lo olvides. No lo pierdas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario